martes, 5 de marzo de 2024

La espada y la rosa

Autor:
Antonio Martínez Menchén

Páginas: 156

Tapa: Blanda

Editor: Alba editorial



Durante la Baja Edad Media, en algún lugar de España, enclavado en la Ruta Jacobea se encuentra un monasterio que una vez fue esplendoroso pero que tras un incendio ha quedado en ruinas y su única parte habitable es la cocina. Aquí vive Moisés, un niño de trece años que hace aproximadamente once fue encontrado flotando en el río sobre un escudo. Su rescatador fue el hermano Martín, que hasta ese momento había sido el último habitante del monasterio, y quien lo bautizó con ese nombre por el parecido de su hallazgo con el de aquel personaje bíblico.

El buen monje se encargó de criar y cuidar al pequeño y ser para él un padre, ambos vivían de las escasas cosechas de su pequeño huerto y la cacería de algún animalillo. Todas las noches, el fraile relataba a Moisés todo tipo de historias y leyendas. Una de esas noches, una muy fría de invierno, cuando el viento del norte soplaba con todas sus fuerzas, llegó al monasterio un peregrino que estaba haciendo el Camino de Santiago para postrarse ante el Apóstol.


El visitante que estaba cansado y enfermo, fue acogido por el fraile y Moisés. Este hombre les contó que su nombre era Gilberto de Montsalve y había sido un caballero que luchó en la Cruzada de Jerusalén bajo el mando de su señor el Barón de Forner. Gracias a las atenciones y cuidados del hermano y su pupilo, el forastero fue recuperando la salud y la fortaleza. Con la llegada de la primavera, se acercaba el momento en que el peregrino debía retomar su viaje e invita a Moisés a acompañarlo.

Así, juntos emprenden el camino donde conocen a muchos personajes y Gilberto le relata historias y anécdotas a Moisés. Un día, cuando tomaron un baño, el caballero se da cuenta de que bajo la axila del niño hay una marca de nacimiento, la cual es distintiva del linaje de la casa Forner. Ante esta evidencia, el hombre decide volver sobre sus pasos para reclamar los derechos del chico en la casa noble. En su camino se toparán con tres juglares que los acompañarán en parte del trayecto, uno de ellos, Jacques, era un hombre deforme a causa de que las ratas le habían devorado parte del rostro cuando era solo un bebé, además, tenía una deficiencia mental. En una parada en un convento para descansar, Jacques se da cuenta que la estatua de la Virgen que preside la entrada de la Iglesia está triste y en su anhelo por hacerla sonreír baila y hace cabriolas hasta la muerte. Sorprendidos quedarán los que lo consideraron demente y brujo cuando descubran que la muerte del juglar no fue en vano.

Cuando estaban cerca de su destino, Gilberto y Moisés llegan a la casa de Bruno, un antiguo amigo del caballero, que vive atormentado por haber sido él quien había colocado al niño en ese río. Así, los tres acuden ante el Conde de Tolosa a pedir que los derechos del legítimo heredero de la casa de Forner le sean restaurados, y a acusar a Yvain de Forner de haber planeado deshacerse del chico y robar sus derechos.

El Conde, ante una historia a la que le daba veracidad, pero al mismo tiempo lo asaltaba la duda de cómo proceder, consideró que la mejor opción sería una Ordalía, es decir, un Juicio de Dios, en el que sería el Creador quien decida el destino de los involucrados. El combate sería hasta la muerte, en nombre de Moisés lucharía Gilberto y en contraparte, sería Yvain quien se represente así mismo. Si el caballero gana, a Moisés se le restablecerá lo robado, de lo contrario, será condenado a morir en la horca.

La historia que nos trae Antonio Martínez Menchén es un relato de aventuras caballerescas medieval, sencillo pero entretenido, es el tipo de libro para pasar una tarde. Pese a que la novela La Espada y la Rosa no es una trama muy elaborada, si que está muy bien escrita, aunque creo que falla un poquito en el trabajo de los personajes, ya que no se profundiza mucho en ellos.

Las descripciones que realiza son buenas y no muy prolongadas, además, en el relato los diálogos son abundantes. El escritor intercala dos tipos de narradores, el primero es Moisés que relata en primera persona y el otro es un narrador omnipresente que lo hace en tercera. El momento que para mí fue el más bonito de la novela y el más conmovedor es el de Jacques, que es el único personaje que si consigue llegar al corazón y conmover al lector con su dulzura y humildad.

Lo que le da un buen plus a la novela es que el autor va intercalando en el relato antiguas leyendas, incluso la de Oberón el Rey de las Hadas, de quien habló Shakespeare en su Sueño de una Noche de Verano. En lo personal, a mi como gallega, me encantó el detalle de que el autor mencione el Camino de Santiago en la obra.

Es un libro ideal para niños y jóvenes que quieran introducirse en el mundo de las historias de caballería medieval, ya que además ensalza valores como la caridad, la verdad, la lealtad y la esperanza. También es un buen libro para quien desee pasar una tarde entretenida, o para esos momentos en los que no apetece una lectura compleja o profunda, sino algo más bien para distraerse, como en este caso que es una lectura bonita, pero sin complejidad.

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