Páginas: 449
Tapa: Blanda
Editor: Suma de letras
Todo comienza el día de Nochebuena de 2013 cuando por las calles de Boston, causando el alboroto y estupor de los ciudadanos, camina taciturno un hombre desnudo portando en la mano la cabeza de una mujer joven. Inmediatamente las autoridades se personan en el lugar y lo detienen, para a continuación trasladarlo al centro psiquiátrico dirigido por el doctor Jesse Jenkins. Poco después se reúne con el psicólogo Stella Hyden, una agente de perfiles del FBI, para tratar de esclarecer el oscuro caso.
Ese mismo día, un siniestro paquete llega al recinto médico dirigido al psicólogo, quien tras abrirlo quedará notablemente afectado, así que a partir de ese momento depende de Stella hacer hablar al nuevo interno. Este mismo mes, pero unos días antes, un hombre secuestra a una mujer en Nueva York para llevarla a su cabaña en Québec, Canadá, sabe que debe matarla, que sólo así podrá recuperar aquello que años antes le han arrebatado, pero decide no hacerlo.
Diecisiete años antes, llega al pueblo de Salt Lake la familia Maslow para pasar sus vacaciones. Al llegar a la casa que habían alquilado, la hija mayor encuentra debajo de una de la piedras del jardín un extraño papel amarillento que trae escrito con lápiz: “Amanda Maslow, junio de 1996” y en el reverso, un extraño asterisco de nueve puntas. Ante la extraña nota, la joven queda desconcertada y surge en ella un mal presentimiento. Al día siguiente, acompaña a su padre a la licorería del pueblo, donde conoce a Jacob, el sobrino adolescente del tendero y entre ambos surge la chispa del amor.
Todo comienza a ponerse muy turbio cuando en el cobertizo de la casa que la familia había alquilado, Amanda, su madre Kate y su hermana menor Carla, observan pintado en una de las paredes el extraño asterisco. Amanda trata de explicar a sus padres que algo raro está sucediendo, pero no le creen, de hecho piensan que se trata de un acto de rebeldía adolescente y deciden enviarla a un psicólogo. Tras la consulta con el profesional, Amanda desaparece misteriosamente. Su padre Steven, desesperado buscándola, emprende una frenética carrera con su automóvil hasta el lugar donde se estaba llevando a cabo la feria del pueblo, allí, por un descuido, atropella a su hija menor. Carla termina gravemente herida y es hospitalizada, pero desaparecerá de su habitación en el hospital sin dejar el menor rastro.
La búsqueda de pistas llevará a Stella y al reo hacia el lugar donde todo comenzó años atrás: Salt Lake. Allí tendrán que enfrentarse a terribles verdades y hacer frente a Laura, una perversa mujer dispuesta a todo para “hacer cumplir el destino”.
Es imposible soltar un libro cuando en el primer capítulo te describe una escena tan potente como la del hombre desnudo. Así es como Javier Castillo consigue atrapar al lector desde las primeras páginas del libro, haciendo que a este le sea imposible soltarlo hasta llegar al final. El día que se perdió la cordura es una novela estructurada en 89 capítulos cortos y va desarrollando tres tramas en paralelo, dos de ellas contadas en tercera persona por un narrador omnisciente y la tercera la relata en primera persona uno de los protagonistas de la historia.
Cada uno de los capítulos va encabezado por el lugar y el día en el que ocurren los hechos, lo que facilita al lector ubicarse en los espacios y comprender mejor los saltos temporales. La trama se desarrolla en tres escenarios: Boston, Salt Lake y Québec, cada uno de ellos descrito de una manera tan hábil que hace posible trasladarnos con la imaginación a cada uno de los escenarios.
El autor utiliza un lenguaje sencillo con un estilo ágil y directo, en el que la narración está perfectamente equilibrada con el diálogo, lo cual ayuda a que la novela se lea de una manera rápida y que en ningún momento se torne aburrida. Algo que me gustó mucho, es que cada capítulo termina generando el deseo de querer saber que pasa en el siguiente y haciendo que no quieras soltar el libro hasta saber en cómo finaliza la historia.
Es el primer libro que he leído del autor y debo decir que me ha encantado, ya estoy deseando pillar el siguiente, porque tiene una continuación, para saber cómo sigue la historia. Es una novela que resulta realmente novedosa con historias ocultas en la que las cosas no son lo que parecen y que en cada capítulo el lector se vaya formando hipótesis, que posteriormente deshará para generar otras nuevas.
Javier juega mucho con la incertidumbre, el suspense y el misterio y eso produce que quien lee la historia acabe irremediablemente enganchado a ella. Una trama que conjuga elementos fascinantes como asesinatos, secuestros y sectas con cultos extraños. Además, tras leerla, es imposible que no se genere en el lector la reflexión acerca de las cuestiones del destino. Es imposible no preguntarse si ¿el destino de cada persona está escrito y este se cumplirá inexorablemente? O, si por el contrario, ¿es posible que cada persona sea el arquitecto de su destino y pueda cambiarlo para bien o para mal? Y, si cada quién diseña su destino, ¿qué tanto influyen los actos de los demás en la construcción de este? Son estas algunas de las preguntas que me he hecho y que, probablemente, muchos que han leído el libro, también se han planteado a sí mismos.
No te pierdas mi reseña de la segunda parte de esta estupenda bilogía. Creeme, te va a gustar, solo pincha en este enlace.
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