Páginas: 426
Tapa: Blanda
Editor: De Bolsillo
“La soledad no te alimenta, hija, la soledad se alimenta de ti. Crece con cada minuto que pasas con ella, se agarra a tus inseguridades, te hace ver cosas que no existen y, cuando te das cuenta y quieres escapar de ella, ya te ha invadido para siempre.”
Es 14 de diciembre de 2014, a las 12 de la mañana una extraña joven camina desnuda hacia las oficinas del FBI en Nueva York portando en la mano unos papeles amarillentos. La mujer es detenida y llevada ante el inspector Bowring, el jefe de la sección de criminología de la agencia norteamericana. Al tratar de interrogarla, ella se muestra misteriosa y por alguna razón sabía que un macabro hallazgo tendría lugar en las afueras de la ciudad.
En un descampado, en la periferia de la urbe, aparece una mujer decapitada, que había sido reportada como desaparecida días antes. Bowring, acude a la escena del crimen y en ella encuentra una nota similar a las que portaba la joven desnuda. Sorprendido ante el suceso, regresa a las oficinas a tratar de interrogar a la mujer, que, solamente le proporciona algunas pistas a seguir, todas relacionadas con los papeles amarillentos. Dichos papeles solamente aportaban más misterio al caso, cada uno contenía un nombre y una fecha, y en el reverso el dibujo de una espiral de nueve puntas.
Ese mismo día Amanda y Jacob tras despertarse, son sorprendidos en su apartamento por un extraño que hiere a la chica en el vientre con un cuchillo para posteriormente arrojarse por la ventana. En la pared del salón estaba dibujada la extraña espiral de nueve puntas. Jacob desesperado lleva a su amada al hospital, su estado es grave y necesita con urgencia una transfusión de sangre. Debido a que su grupo sanguíneo es de un tipo poco común, solamente Steven, su padre, puede ser el donante.
El padre de la joven es escoltado desde la prisión hasta el hospital para hacer la donación a su hija. Sin embargo, una vez allí, junto a Jacob, descubren que Amanda ha sido secuestrada del hospital y ambos deciden ir a buscarla, Jacob marchará a toda velocidad hacia el psiquiátrico donde están ingresados Kate, la madre de Amanda y el doctor Jenkins, en busca de alguna pista. Mientras tanto, Steven recibe una misteriosa ayuda para darse a la fuga y dirigirse hacia Quebec, en Canadá, a la antigua cabaña que utilizó durante mucho tiempo antes de ser capturado.
Nueve años antes, Carla, la hija menor de Steven vive en una especie de monasterio en un sistema de reclusión total junto a otros individuos que formaban parte de una especie de hermandad de la que Laura y una mujer llamada Bella eran las dirigentes. Durante su estancia en el lugar irá descubriendo cosas de su pasado y de su misión en el futuro, misma que es muy importante para la sociedad.
Mientras tanto, Bowring continúa con la investigación del caso, mismo que está íntimamente relacionado con la desaparición de una joven llamada Katelyn Goldman que había tenido lugar años atrás y se había quedado sin solución. Al mismo tiempo, siguiendo caminos diferentes, Steven y Jacob emprenden una carrera contra reloj para tratar de salvar a Amanda. Las pistas llevan a estos tres personajes al lugar donde años antes había comenzado todo: Salt Lake.
El día que se perdió el amor es la continuación de El día que se perdió la cordura, y con ella Javier Castillo cierra su bilogía. En esta segunda parte, los cabos sueltos que habían quedado en la primera novela, terminan de atarse para llegar a un final trepidante que no dejará a nadie indiferente.
La novela comienza de manera similar a su antecesora y, al igual que esta, atrapa al lector desde las primeras líneas. Está compuesta por 57 capítulos y un epílogo que cierra la historia con broche de oro. Siguiendo el mismo esquema de la anterior novela, cada capítulo se identifica con el nombre de cada uno de los cinco protagonistas y la fecha en la que se desarrollan los acontecimientos. De esta manera es muy fácil seguir la continuidad de la trama que se desarrolla de manera ágil y rápida.
Algo que me gusta mucho es que cada uno de los capítulos es breve y todos terminan dejando al lector con la intriga, lo que provoca que no se pueda parar la lectura. Además, Javier Castillo utiliza un lenguaje sencillo y ágil, sin rodeos ni frases largas ni descripciones interminables, combinando muy bien la narración con los diálogos.
Al igual que en la anterior novela, todos los capítulos están relatados en tercera persona, excepto aquellos en los que Jacob es protagonista, que se narran en primera persona, lo que nos lleva a entender mejor sus sentimientos y acciones.
Todas las tramas van confluyendo y entrelazándose muy hábilmente para conformar una sola. Los personajes, siguen evolucionando a través de las páginas del libro y vamos aprendiendo un poco más de ellos conforme avanzamos en la lectura. Sin lugar a dudas el más perturbador es el de Carla, quien lleva a cabo actos perversos y se excusa en el destino para justificar sus acciones, que según ella, eran necesarias para volver a estar con su familia.
Pero será Steven el personaje que tenga que atravesar por la situación más complicada y de su decisión dependerá poner fin a toda la locura que años antes había desatado Laura. En la historia podemos ver como se mezclan de manera muy bien lograda elementos como el suspense, asesinatos, enfermedades mentales y sectas de fanáticos en una trama llena de aristas y estremecimientos.
El libro me gustó mucho y como su antecesor, nos deja a la reflexión el mismo tema acerca del destino y las mismas preguntas quedan abiertas. ¿Podemos escapar realmente a nuestro destino, si es que este está escrito? ¿Qué tanto control podemos tener de nuestras vidas? El libro lo recomiendo a todos los amantes del thriller y a todos aquellos que busquen una historia diferente llena de suspense, misterio y acción.
“Al final del camino descubrirás que solo dos cosas cambian tu vida: e amor, porque la mejora y la muerte, porque la termina.”
¿Te gustan las historias retorcidas, trepidantes y llenas de acción? Entonces pincha aquí.
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