Páginas: 394
Tapa: Blanda
Editor: Vergara
Corría el año de 1582 y el Conde de Dorset había fallecido hacía poco tiempo dejando como heredero y responsable a su hijo mayor William Lacey. El muchacho quedó al cargo de una casa que necesitaba mantenimiento, de tierras que administrar y de una familia en la quiebra ya que su padre había dilapidado todo su capital apoyando las investigaciones del alquimista Sir Arthur Hutton, en el ambicioso sueño de tratar de convertir el plomo en oro.
La primera decisión de Will fue echar de sus dominios al alquimista que vivía con su pequeña hija, lady Eleanor Rodríguez, condesa de San Jaime (Ellie), cuyo título español había heredado de su difunta madre. El joven conde, con ayuda de su sirviente Turville, expulsan al padre y la hija sin permitirles llevarse casi nada y con la prohibición de volver a sus tierras.
Pasaron los años y William se convirtió en un apuesto muchacho con una enorme carga de responsabilidades. Para tratar de conseguir fondos, el conde decide acudir a la corte de la reina para concertar un matrimonio con una dama que tenga buena posición y contar con su dote para salvar el condado de Dorset.
Al llegar a la corte, Will se sintió fuertemente atraído por una dama muy bella e inteligente, ella lo reconoció inmediatamente, pero él ignoraba que se trataba de la hija de aquel alquimista que hacía años había expulsado. Sir Arthur había encontrado un nuevo mecenas entre los nobles de la reina y con su hija se había instalado en una nueva casa para continuar sus investigaciones.
Durante su estancia en la corte, Eleanor se hace muy amiga de Jane Perceval, una joven aristócrata a quien Will había pensado en desposar principalmente por la cuantiosa dote que la acompañaba. El conde terminó por enterarse quien era la muchacha que le había impresionado tanto y muy a su pesar ya no pudo apartar a Ellie de su cabeza. También otro hombre había puesto sus ojos en la condesa de San Jaime, se trataba de Henry, hermano de Jane, pero sus intenciones no eran buenas, ya que era un chico libertino y malvado.
Todo marchaba bien, hasta que el destino volvía a ensañarse con los Hutton que fueron expulsados de la corte. Sin tener lugar a donde ir, recurren a una vieja amiga del alquimista que vivía en el condado de Will. Con el tiempo, el amor va surgiendo entre Ellie y el conde, pero él debe contraer nupcias con una mujer de la que sin quererlo, su hermano James se había enamorado perdidamente y al parecer era correspondido. Tendrán que ocurrir una serie de tragedias para que William pueda demostrar su amor por Eleanor y buscar una solución favorable a sus problemas.
Eve Edwards nos entrega una novela romántica bastante entretenida en la que un profundo amor surgirá de las cenizas de un inmenso odio. Con un estilo muy ligero y ameno, la autora nos traslada a la edad media, a la época en la que España está enfrentada a Inglaterra por cuestiones religiosas.
Es fácil darse cuenta de que la autora se documentó muy bien para enmarcar en este contexto histórico su novela. Las descripciones que podemos apreciar en La otra condesa son realmente muy buenas y nos hacen trasladarnos con la imaginación hacia aquellas localidades inglesas.
De todos los personajes, Ellie es sin lugar a dudas el mejor trabajado, con sus luces y sus sombras y reacciones y sentimientos muy humanos, sin estereotipos. De hecho, me pareció muy bueno que la autora haya creado a una dama medieval ilustrada en idiomas y saberes antiguos, muy inteligente y capaz de debatir con eruditos, restando importancia a las labores que en aquella época se atribuían a las mujeres, como era bordar, que dicho sea de paso, a nuestra protagonista no se le daba nada bien.
Por el contrario, Will a veces resulta un poco insulso y sin gracia, al contrario de James o su otro hermano Tobías, quienes le ponen toques de humor a la historia. Pero si hablamos de humor, el gran premio se lo lleva Diego, el criado negro del conde, que además de inteligente y espabilado, es sumamente simpático y con muy buenos sentimientos, en lo personal me hacía bastante gracia los títulos rebuscados que utilizaba para dirigirse a su señor o a otras personas.
Otro personaje bien trabajado es del de Jane, una joven aristócrata que se siente sola y vacía, como un pajarito en una jaula de oro, pero también llena de tristeza y rencor por haber sido objeto de la burla de un sujeto despreciable. Para la aristócrata, el que Ellie entrase en su vida fue como un soplo de aire fresco, ya que por primera vez en su existencia, podía ser ella misma y tener momentos de dicha y felicidad verdadera, sin tener que aparentar ni fingir, en fin, pudo sentirse libre y viva.
La novela se lee bastante rápido puesto la pluma de la autora es ágil y fluida y el interés en la trama va cada vez en aumento. Es una historia recomendable para quienes gusten de leer novela romántica histórica o simplemente para los que deseen pasar un buen rato con una lectura amena.
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