miércoles, 25 de octubre de 2023

Lumbánico, el planeta cúbico



Autor:
Cristina Alemparte

Páginas: 165

Tapa: Dura

Editor: Gráficas La Paz



En algún punto del vasto universo se encuentra Lumbánico, un planeta muy diferente a todos los demás. Y digo que es diferente porque su forma es cúbica, es decir, que parece un gran dado flotando en la inmensidad del espacio. En sus caras superior e inferior se encuentran los polos inhabitables debido a su clima gélido y hostil, algo muy similar a nuestros Polos Sur y Norte. En cada una de las cuatro caras restantes se desarrolla un solo clima permanente, así es que en el Valle Azul el clima es cálido y agradable, algo así como el verano terrestre; en el Valle Amarillo, la vida transcurre como en una especie de otoño continuo; el Valle Blanco es frío y está perpetuamente cubierto de nieve y por último el Valle Verde, donde todo florece y se parece mucho a nuestra primavera.


Los lumbanicenses viven agrupados en cuatro comunidades distintas que son las de Lum, Ba, Ni y Co. Ninguna de estas comunidades se conoce entre sí y todas, cada tres meses, deben aprovechar la fuerza del viento para desplazarse de un valle a otro. En tiempos muy remotos, los antiguos habitantes de Lumbánico lo hacían a través de unos pasadizos que conectaban los valles y transcurrían debajo de las cordilleras que cubren las aristas del planeta. Estas cadenas montañosas fungen como una especie de frontera entre un valle y otro y nadie sabe lo que hay en ellas.

Cuentan las viejas crónicas, que siglos atrás, la imprudencia humana provocó un desastre conocido como La Nube Negra que devastó los valles y obligó a las comunidades a refugiarse en las aristas. Mucho tiempo después, volvieron a sus antiguos hogares y esos pasadizos y asentamientos en las aristas quedaron olvidados llegando a convertirse para muchos en simples leyendas.


En la comunidad de Ni viven tres niños muy especiales: Ustrum, un chico de trece años, amante de la naturaleza y de los animales y deseoso de poder observar especies que solamente ha visto en algún libro; Mela, es una pequeñita alegre y jovial de diez añitos a la que le encanta la poesía y cuida afanosamente a su muñequita; por último tenemos a Pirela, la hermana de catorce años de Mela, que disfruta estudiando la historia antigua de su planeta y por ello lee los antiguos relatos, especialmente las Crónicas de Porion.

Poco antes de que la comunidad de Ni vaya a efectuar el vuelo para cambiar de valle, Pirela propone a su hermana y a su amigo emprenderse en una fantástica aventura en busca de los pasadizos y los asentamientos en las aristas. Un poco a regañadientes, pero en el fondo deseosos de aventuras, aceptan y tras prepararse para el largo viaje, consiguen escabullirse sin que nadie se percate.



Siguiendo mapas antiguos, las crónicas de Porión y pistas sueltas en viejos poemas, los tres consiguen acceder a los túneles y pasadizos donde podrán ver un lugar completamente diferente, lleno de animales y plantas que nunca antes habían visto. En su viaje, atraviesan por una espléndida ciudad hecha de cristal azul que estaba abandonada; fascinados y convencidos de que existe algo más, continúan su travesía hasta llegar al Valle Encantado, donde conocen a Aralia, una joven que había pertenecido a su misma comunidad, pero que años antes, mientras emprendía el vuelo para el cambio de valle, cayó en la arista. Ella les avisa de que Risperím, el viejo guardián de las montañas, debe llevarlos ante Pirreno Zyr, otro de los guardianes que determinará cuál será su destino.

Aralia se había establecido a vivir en un gran árbol en el Valle Encantado e incluso tenía un novio, Fimo, un aristano de buen corazón que está dispuesto a ayudar a los tres niños en su travesía de regreso a casa. Sin embargo, la vuelta no les será sencilla, ya que por órdenes de Pyrreno Zyr, deben ser llevados ante el gran guardián, ya que sospechan que ellos son espías de los valles. Los niños con ayuda de sus nuevos amigos, deberán utilizar todo su ingenio para librarse de la situación en la que se han metido si desean volver a casa.


Lumbánico el planeta cúbico,
es un cuento infantil que en 1986 obtuvo el Tercer Premio Barco de Vapor. Es un libro destinado a los menores, pero que los mayores con alma de niños también disfrutarán. Es más que un cuento, es una fascinante historia de aventuras que nos invita a recorrer un mundo fantástico con escenarios de ensueño.

Cada uno de sus personajes está muy bien pensado y perfilado y todos se ajustan exactamente a su rol en la historia, mostrando los protagonistas una evolución muy favorable. La autora, Cristina Alemparte –con quien tengo el privilegio de mantener una bonita amistad- nos entrega en Lumbánico unas descripciones sencillas pero muy bien trazadas que nos ayudan a viajar con la imaginación hasta ese distante planeta. Además, el lenguaje que utiliza es sencillo y claro y en ningún momento trata a los niños como tontos, algo que no se puede decir de otras historias.

El libro mantiene el interés constante que va en aumento para desembocar en un final que deja un agradable sabor de boca. Considero que es una obra muy recomendable, no solo por la historia, que es muy buena, sino también por la manera en la que valores tan importantes como la amistad, la lealtad o la valentía quedan muy resaltados.

Un aspecto importante en el que Cristina hace hincapié en el cuento es el conocimiento, en la manera en la que saber cosas siempre es de gran ayuda. Lo vemos cuando algunas ocasiones en las que a los niños se les habían terminado los víveres, Ustrum, gracias a que conocía de plantas, logró identificar las que eran comestibles. También encontramos el valor del saber en Pirela, quien guiada por textos antiguos supo conducir a sus amigos a su destino. Bien decían mis padres que el saber no quita lugar, y es muy cierto, el que sabe siempre tiene más posibilidades. Así que, enhorabuena a ese aspecto tan importante que destaca Cristina.


El cuento nos invita también a la reflexión acerca de los tabúes o los prejuicios que a veces mantenemos hacia algunas personas solamente por su aspecto físico. Además, nos llama a pensar acerca de aquello que es realmente importante, como son los amigos o la familia.

Mientras leía el cuento, no pude evitar acordarme de las historias y leyendas acerca de reinos perdidos como la Atlántida. También recordaba historias de viajeros que han descubierto restos de civilizaciones perdidas, como lo hizo Carter con la tumba de Tutankamon o las famosas expediciones de Byrd a la Antártida. En definitiva, recomiendo mucho este cuento tanto a pequeños como a mayores y si lo podéis leer en familia y comentarlo, seguro que os va a otorgar momentos muy agradables e irrepetibles.

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