Autor: Jack LondonPáginas: 188
Tapa: Dura
Editor: Estudio Didáctico
La historia comienza con Henry y Bill llevando el cadáver de un hombre hasta Fort McGurry que estaba situado en la zona alta del Yukón en Canadá. Para lograr este objetivo, debían atravesar un amplio territorio denominado como Las Tierras Vírgenes y para ello se valían de un trineo tirado por perros. El viaje comenzó a complicarse cuando una manada de lobos, encabezada por una hembra de pelo rojizo les seguía muy de cerca.
Tras algunos acontecimientos desfavorables, la manada de lobos quedó reducida a unos pocos
miembros, entre ellos, la hembra. Con la llegada de la primavera llegó la época del celo y la loba decidió aparearse con un viejo lobo al que el autor denomina como el Tuerto. De aquel idilio, nacerían cinco cachorritos en las cercanías del río Mackenzie. Todo iba bien hasta que regresó el crudo invierno y con él la hambruna y la muerte de cuatro de las crías, solamente sobrevivió el más intrépido y travieso.
La desesperada búsqueda de alimento y el instinto protector de madre, llevan a la hembra a enfrentarse con fieras peligrosas. Posteriormente, la loba y su cachorro llegan hasta un campamento indio, donde uno de ellos, llamado Nutria Gris la reconoce como la perra de su difunto hermano Tres Águilas. El indio decide quedarse con la hembra cuyo nombre era Kiche y con su cachorro, que es bautizado como Colmillo Blanco.
De un momento a otro la vida cambia drásticamente para Colmillo Blanco, de la libertad pasa a la convivencia en un campamento de humanos. La ventaja era que tenía el calor del fuego y el sustento asegurados. Pero las cosas se complican cuando el resto de los cachorros lo reconocen como un lobo y por ello lo desprecian y se dedican a hacerle la vida imposible, especialmente uno que fungía como líder de la joven manada y al que todos llamaban Bocas.
La vida de Colmillo Blanco en el campamento se convirtió en un auténtico infierno entre el acoso de los cachorros y las palizas que le propinaba su amo. Estos factores provocaron que él desarrollara una astucia y crueldad insólitas. Debía hacerlo si deseaba sobrevivir. Esta vida convirtió al alegre y juguetón lobezno en un animal taciturno, solitario y luchador.
Así pasó el tiempo en el campamento y aprendió a sobrevivir, en su piel se grabó a fuego la ley del más fuerte. Sin embargo, la vida volvió a dar otro giro inesperado cuando Nutria Gris decidió ir con su familia hacia la zona en la que se encontraban los buscadores de oro para vender sus mercaderías.
En el campamento de los hombres blancos las cosas le iban bien al indio, sus mercancías eran muy apreciadas entre los buscadores de oro y poco a poco fue obteniendo jugosas ganancias. Pero, el mal le acechaba, este mal estaba encarnado en un hombre al que todos llamaban el hermoso Smith, que de belleza no tenía nada, era un auténtico monstruo por dentro y por fuera.
Este hombre le había echado el ojo a Colmillo Blanco y urdió un plan para hacerse con el animal. Con asquerosas artimañas llevó a Nutria Gris al alcoholismo, para que este, tras haber perdido lo ganado, decidiera cambiar a su valioso can por un poco de licor.
Smith, se dedicó a maltratar y torturar al animal para volverlo más agresivo y así utilizarlo en las peleas de perros. Su plan le funcionó a las mil maravillas, había hecho de Colmillo Blanco una auténtica máquina de matar con la que había obtenido pingües beneficios. Pero todo terminó la noche en la que el lobo tuvo que enfrentarse a un poderoso bulldog.
La pelea fue cruenta y el perro llevaba la ventaja, poco le faltaba para terminar estrangulando al lobo, hasta que el joven Weedon Scott llegó a detener la pelea y salvar al maltrecho animal. El muchacho, apiadado por el estado de Colmillo Blanco, lo llevó consigo con la idea de darle un hogar, sin embargo se topó con un ser huraño lleno de odio y resentimiento.
Weedon entendió que este carácter era la consecuencia de una vida tormentosa y llena de maltrato, así que con mucha paciencia y sobretodo, cariño, fue conquistando la voluntad del lobo y ganando su corazón. Por primera vez en su vida Colmillo Blanco supo lo que era una caricia y un gesto de ternura y solo el amor bastó para que decidiera entregar su lealtad al nuevo amo.
El vínculo que se formó entre Weedon y Colmillo Blanco fue tan fuerte que ya no hubo forma de separarlos. Tan grande fue que el hombre decide llevar con él al lobo a su hogar en California donde le esperaban su padre, su esposa y sus dos hijos. Al principio, al animal le costó adaptarse a su nueva vida, pero lo consiguió y era muy feliz, aprendió a jugar con los niños y a amar a su nueva familia y las caricias y los buenos tratos que recibía con estas buenas gentes curaban poco a poco cada golpe y cada mal trato que había sufrido en el pasado. Y la vida le iba bien y él era feliz hasta que un día, el lobo tuvo que probar su lealtad y su valía.
Colmillo Blanco, la novela corta escrita por Jack London nos relata las aventuras y desventuras de un perro lobo relatadas a través de sus ojos. Es una historia capaz de conmover a cualquiera, os confieso que en algunas ocasiones me saltaban las lágrimas y en otras se me ponían los pelos de punta. Es de esa clase de libros que te hacen aflorar los sentimientos, lo que le da todavía mucho más valor, ya que, en mi opinión un libro por muy bien escrito que esté, si no te deja algo, no vale nada.
Las descripciones son sencillas pero aún así es muy fácil trasladarse a aquellos parajes agrestes a los que el autor hace referencia, además utiliza un lenguaje muy claro y ameno, lo que lo convierte en una lectura óptima para cualquiera. La prosa está muy bien cuidada, aunque tiene pocos diálogos.
Pese a ser una prosa sencilla, la novela trae muchos mensajes de gran profundidad y trata temas muy variados como son la ambición, la vida en la naturaleza salvaje, el instinto de supervivencia que provoca que solo los más fuertes y aptos sobrevivan, una ligera crítica a la humanización de los animales y el enaltecimiento de las virtudes y censura de los vicios y la dificultad que todos enfrentamos para encontrar nuestro lugar en el mundo.
Nos muestra en el personaje de Smith lo que es la vileza humana, la asquerosa codicia que lleva a algunos individuos a cometer todo tipo de actos infames. Por contraparte, en Weedon encontramos la bondad, la piedad y la caridad hacia los semejantes. Pero creo que el mensaje más importante que nos trae Colmillo Blanco es el amor. Esa mágica, maravillosa y enigmática fuerza que lo puede todo, que es capaz de liberar, de redimir y de transmutar. A lo largo de la historia hemos visto como gracias al amor se han conseguido grandes cosas.
También nos deja a la reflexión ese gran vínculo que todos los seres vivos podemos generar con otros, incluso entre especies diferentes como lo eran Weedon y Colmillo Blanco. Los que tengáis mascotas sabéis mejor que nadie a que me refiero. Un vínculo que solo se logra a través del amor, del respeto y la valoración de la vida. Son vínculos eternos que conmueven y nos hacen estremecer y esto no es solo mera ficción, si no me creéis mirad historias como la de el perrito Bobby o la del famoso Hachiko, animalitos cuyo amor y vínculo con su dueño pudo traspasar hasta las mismas fronteras de la muerte.
En definitiva, es un libro precioso, aunque tiene algunas escenas algo cruentas, sobretodo las que se desarrollan en la naturaleza. Recomiendo la lectura de este libro a todo el mundo, especialmente a los jóvenes para que ellos reflexionen en sus mensajes y que adopten los buenos valores, que sientan, pero sobretodo que valoren, busquen y transmitan la fuerza del amor, porque será gracia s este sentimiento que el mundo podrá girar de otra manera. Que sean lecturas como esta las que les guíen y adapten y que no los bombardeen las malas influencias, la infamia y la estulticia a las que desgraciadamente están tan expuestos hoy en día.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario